Esas características están subrayadas por la actitud del modelo que, en vez de ver impertérrito adelante, regresa enérgico su mirada insolente hacia el espectador, y también se destacan por la manera como jinete y caballo invaden prácticamente todo el primer chato. Olivares es retratado a caballo, un honor generalmente guardado a los monarcas que refleja el poder que alcanzó como valido o mano derecha del rey . No está fechado pero se ubica justo después de esta serie, hacia 1638, y posiblemente fue pintado después de la batalla de Fuenterrabía , un éxito militar que se atribuyó a Olivares si bien no participó personalmente. El cuadro no se incorporó a la colección real del antecesor del Museo del Prado hasta un siglo después. De Felipe IV entendemos, a través de su indumentaria y sus insignias, que tenía responsabilidades militares, según con su condición de rey. En el caso de Olivares, el pintor necesita mostrarlas de una manera más explícita, y recurre a representarlo dirigiendo una guerra que se lleva a cabo en el fondo, y que está descrita en términos muy realistas, ya que no faltan caballos derribados y humaredas.
No hace falta dar un nombre concreto a la guerra que está teniendo rincón en el fondo para entender su concepto y su función. Velázquez, que era muy sutil en el momento de dotar sus obras de contenido y de detallar a sus modelos, está representando en esta pintura no sólo al conde-duque de Olivares, sino asimismo a un valido. De esta forma lo revela la comparación de este retrato con el de Felipe IV, a caballo . El pintor representa al monarca majestuoso, ante un paisaje extenso, tranquilo y apacible, expresando majestad real. Felipe IV era rey de manera natural, pues desde su nacimiento estaba destinado a ello.
La España Del Conde-duque De Olivares
La hegemonía de los Habsburgo de Viena y Madrid en Europa estaba conminada. Había que defenderla en una guerra religiosa y política que duraría treinta años. La imagen se agranda en 3 cm por cada lado y se utiliza enta misma imagen de manera continuada para revestir el bastidor. La imagen queda muy bien integrada pero al mirarla de frente no observamos la imagen completa, ya que hay 3 cm. Opción no recomendada para obras de arte o imágenes donde tengamos firmas o elementos importantes cerca de los bordes, ni para imagenes pequeñas donde la sensación de pérdida puede ser mayor. Una época sumida en una percepción de caída política y económica, en la que la monarquía mucho más vigorosa de su tiempo por el momento no gozaba de la reputación lograda en la centuria anterior.
Este lienzo representa a Don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares a caballo en posición de corveta queriéndose equiparar a los retratos del rey, puesto que ésta era la posición reservada para ellos, al tiempo que para las reinas la pose era al paso. El Conde-Duque lleva un sombrero de plumas de ala ancha y la banda del Estado; la mano mantiene un bastón de mariscal, que marca la dirección de la batalla. La armadura que lleva posiblemente se conserve en el Palacio de Liria de Madrid (colección de la Casa de Alba ).
Claves: Velázquez, Rembrandt, Vermeer Miradas Similares (lse)
El Conde-Duque mira al espectador, asegurándose de que todos logren presenciar su hazaña. La figura se ve desde un punto de vista bajo y su torso está vuelto hacia atrás, haciéndola lucir mucho más esbelta; Olivares tenía un cuerpo macizo y era bastante torpe, como se ve en los retratos que Velázquez había hecho antes. Cuando seleccionamos la opción de tamaño “tamaño libre” podemos desplazar con el cursor el cuadro delimitador y seleccionar cualquier zona de la imagen que nos guste.
Eso no impide que como tal estuviese sujeto a una serie precisa de obligaciones. El valido, no obstante, había llegado a ocupar esa situación merced a su esfuerzo y al ejercicio de una sucesión de virtudes políticas, y eso se traduce en esta obra. El severo perfil de Felipe IV se transforma aquí en un escorzo, que aporta dinamismo y violencia a la composición.
El Enorme Memorial fue el legado, quizás, de un hombre de Estado y no de un usurpador del poder regio. Las ‘Españas’ prosiguen ahí, cada una con sus permisos, prácticas y manera de comprender lo que es un Estado. Montamos todos nuestros cuadros sobre un bastidor de madera de abeto alistonado de 3 x 3 cm / 3 x 4.5 cm.
Era la culminación de un desarrollo de centralización y castellanización de la monarquía iniciado por los Reyes Católicos y que Olivares pretendió culminar. Hubo que esperar a la llegada de los Borbones en 1701 a fin de que aquel proyecto retomara el impulso. No se trataba solo de una orientación para el buen gobierno del joven Rey, sino de una nueva forma de gobierno. La textura del cuadro resalta la obra de arte y se consigue lo más cercano al aspecto de una pintura original. Consiga más información sobre la colaboración con nosotros. Las imágenes de las proyectos plásticas reproducidas en esta Web están reguladas por la legislación de propiedad intelectual, según los derechos que corresponden a sus legítimos titulares.
Velázquez, Rembrandt Y Vermeer Y Otras Miradas Similares En España Y Holanda (lse)
El detalle de la cartela en blanco del ángulo inferior, marca indudablemente la autoría de Velázquez. Tal como la utilización de colores cálidos aplicados en largas pinceladas, rápidas y compactas, formando grandes manchas de color. La composición deriva de un grabado de Antonio Tempesta que representaba a Julio Cesar, muy empleado por los pintores del Barroco. El valido de Felipe IV se muestra con media armadura, sombrero, banda y bengala de general, remarcando su condición de jefe de los ejércitos españoles. En el fondo de un extenso paisaje, la humareda alude a una batalla. Adoptó el apellido de su madre, según empleo recurrente en Andalucía, firmando “Diego Velázquez” o “Diego de Silva Velázquez”.
El primero, el que más le gustaba aunque fuera “el más dificultoso”, que los castellanos dejaran de tener la preeminencia a la hora de ocupar cargos públicos y mercedes, y fomentar matrimonios mixtos entre la alta nobleza de los diferentes reinos. El segundo, conseguir la unión por vía de la negociación, amparándose el Rey en el ejército para demostrar una situación de fuerza. Y el tercero, el mucho más eficiente para Olivares, que el monarca visitara los reinos y, con el pretexto de sofocar una revuelta, llamar al ejército para poner orden e imponer las leyes de Castilla. Todos nuestros bastidores son fabricados de forma artesanal a mano, uno a uno, a medida deseada por el cliente. Van reforzados por tensores en las esquinas cortadas en inglete y, junto a su grapado en V y sus barras tensoras para medidas de más de 1 metro, garantizan un bastidor de madera duradero.
Dentro de ese marco cronológico se han planteado dos hipótesis. Las grandes similitudes que guarda con la figura del duque de Feria a caballo, así como hace aparición en El socorro de Brisach de Jusepe Leonardo , recomienda que es anterior a esta obra, que fue pintada entre 1633 y 1635 para el Salón de Reinos. Ciertos críticos, no obstante, identifican la batalla que aparece en el fondo como la toma de Fuenterrabía, un considerable hecho de armas que sucedió en 1638, lo que forzaría a retrasar la fecha. Extraña, sin embargo, que se intente esa población, ya que su característica más esencial desde el punto de vista iconográfico es su carácter costero, y en el cuadro lo que aparece es un río cruzado por un puente. El caballo levanta sus patas delanteras, realizando un salto mortal o levade mientras que mira hacia el campo de batalla. Dibujando una diagonal de las colinas que se tienen la posibilidad de ver en el paisaje, la composición contribuye energía al retrato; en este dinamismo, la obra recuerda a Rubens .