Las personas contentos no son optimistas tontos, no caen en un optimismo tóxico, al revés, llegan a ser muy realistas y tienen la capacidad de sostener sus expectativas bajo control. Sin embargo, eligen centrarse en los aspectos positivos de las ocasiones pues saben que de este modo tienen la posibilidad de automotivarse y sentirse mejor. Estas personas son conscientes de que el vaso está medio vacío, pero escogen centrarse en el hecho de que asimismo está medio lleno. Al contrario, la multitud infeliz se enfoca en los puntos negativos de las situaciones, por lo que acaban desarrollando una visión fatalista de todo el mundo que amarga sus días. Estas personas prefieren ver las manchas en el sol, en lugar de ver el calor y la luz que nos obsequia. Entre los sentimientos más dañinos que tenemos la posibilidad de presenciar es el rencor, es como consumirse a fuego lento por voluntad propia.
Nuestra intención se identifica con el bien o el mal al que tiende. El fin puede cambiar la moralidad agudizando o disminuyendo la cualidad buena o mala de un acto. Pero lo que es malo no puede volverse bueno, aunque se lleve a cabo con buena intención. Si una acción es lícita y buena, y además de esto se hace con el deseo de llevar a cabo un bien a alguien, la bondad incrementa.
Esto Es Lo Que Pasa Cuando Pierdes El Tiempo (y No Es Malo)
Observamos, entonces, que hay acciones humanas que repercuten de tal manera en quien las realiza, que le hacen mejor o peor persona. Este género de acciones que repercuten para bien o para mal en la persona como tal, son las acciones morales o morales. La independencia humana es la aptitud de elegir entre unas acciones y otras de manera consciente, y esto supone siempre el peligro de escoger mal, de hacer el mal culpablemente. Podía haberlo hecho y podía no haberlo hecho, pero decidió traicionarle. Ese amigo es un “mal amigo”, pues es responsable del mal que ha cometido; con otras palabras, es culpable del daño realizado.
La realidad sobre el bien ética, que se encuentra en la ley moral natural, es conocida práctica y concretamente por el dictamen prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre que escoge conforme a este dictamen o juicio. En esto radica, comentando con propiedad, el llamado “sentido crítico”. La regla ética objetiva o ley ética natural es la expresión normativa de la dignidad de la persona y del valor de lo humano. Por este motivo, para admitir las exigencias que conlleva, resulta necesario haber comprendido realmente bien antes qué significa ser persona, qué es lo propio y también inseparable a su naturaleza. Cometió dos errores, el primero ingresar en la comparación .
Regla Moral Objetiva: La Ley Moral Natural
¿Por qué razón decimos que una persona se comporta recta o indignamente? Para finalizar, las condiciones de vida (agua, comida, vivienda…) lo es para el 45%. Es interesante ver de qué forma cada individuo tiene su definición sobre qué es la alegría. Para la escritora ucraniana-brasileira, Clarice Lispector, hablamos de una “felicidad furtiva”. Un término que relata en algunos de sus relatos, publicados en \’Todos los cuentos\’, en los que profundiza en cómo crear “los óbices mucho más falsos para esa cosa clandestina que era la alegría”. Se refiere a la potencial predominación que ejercita la creencia de una persona sobre otra.
De una manera u otra pasamos el tiempo aparentando ser alguien que no somos o criticando lo que otros detallan en comunidades. Hacemos lo que está en nuestra mano para no percibir nuestro interior. De esta manera jamás podremos estudiar a estar en armonía con nosotros mismos, que es lo realmente importante.
El rencor no solamente nos hace infelices sino además desata una sucesión de reacciones a nivel fisiológico que aumentan nuestra propensión a enfermar. Por eso, la gente contentos saben que necesitan perdonar y proseguir adelante. En verdad, el perdón es extremadamente liberador en tanto que nos impide ser presos del pasado y nos deja vivir con plenitud el presente. Si no somos capaces de perdonar, vamos a seguir siendo prisioneros del rencor, nos ataremos a esa situación que tanto daño nos ha causado y que mal nos sigue realizando.
A la mayor parte de las personas les resulta mucho más fácil quedarse a buen reparo en suzona de confort, donde saben con perfección qué tienen la posibilidad de aguardar y tienen todo relativamente bajo control. Sin embargo, en esa zona languidece la alegría pues ser feliz también es vivir vivencias nuevas, atreverse a ir más allá de nuestros límites y evolucionar regularmente. En verdad, la alegría no está reñida con el miedo y la ansiedad sino se entrelazan para permitirnos crecer. Sin embargo, hay personas que se centran solo en esos aspectos, y acaban creyendo que la vida es un rosario de lágrimas. Otras, a la inversa, eligen centrarse en las cosas que sí pueden supervisar, eligen apostar por ser felices o, cuando menos, procurarlo.
Ninguna forma de invertir el tiempo libre es preferible que otra, pero es importante que se trate siempre de algo activo, nunca una actividad pasiva como ver la televisión. Para todos los que están interesados en la filosofía y su enseñanza, en la educación y sus fundamentos, en el saber que busca la realidad, en el ejercicio y la consolidación de la independencia, en la capacitación humana, en el sentido de la vida… Hay acciones y formas de proceder que son buenas por sí mismas y otras que son malas de de el, o sea, siempre. Y así, por ejemplo, quitar la vida a un inocente siempre será un delito, aunque se quiera disimular con eufemismos; por el contrario, la lealtad hacia los amigos, o el precaución paternal de los hijos son actos buenos en sí mismos. Las intelectuales perfeccionan el intelecto, bien sea especulativa (teorética) o bien práctica. Las virtudes morales mejoran a la voluntad y a las tendencias sensibles.
Y si una acción es mala y se hace directamente para hacer daño a determinada persona, su maldad incrementa. Pero nunca se puede hacer un mal para conseguir un bien, por el hecho de que el mal no debe buscarse nunca. A) El objeto de la acción es el contenido ética de ésta; es la materia del acto humano. Por servirnos de un ejemplo, en un asesinato, arrebatar la vida a una persona.
La integridad de conciencia ha de ser una aspiración persistente de la vida moral. La conciencia juzga con criterios absolutos porque puede evaluar según el orden moral objetivo que está alén de la herramienta inmediata y del propio parecer e interés; tiene que ver con el sentido último de la vida y del mundo. Si bien un criminal no va a llegar a ser descubierto nunca en esta vida, jamás dejará de estar mal todo el daño que hizo, siempre y en todo momento será culpable. Por la existencia de ese criterio absoluto intuye el ser humano su compromiso absoluta y su dignidad. El intelecto, bien usada, nos orienta mostrándonos el sendero a continuar. La voluntad libre nos deja elegir lo que entendemos que es mejor.
Caso 5.- Distinguir y investigar el “objeto”, “fin” y “situaciones”, y llevar a cabo la valoración ética del caso a partir del análisis previo. Caso 4.- Distinguir y analizar el “objeto”, “fin” y “situaciones”, y hacer la opinión ética del caso a partir del análisis previo. Caso 3.- Distinguir “objeto”, “fin” y “situaciones”, y hacer la opinión moral del caso. Caso 2.- Distinguir “objeto”, “fin” y “situaciones”, y hacer la opinión moral del caso. Caso 1.- Distinguir “objeto”, “fin” y “situaciones”, y realizar la opinión ética del caso. A fin de que un acto sea malo basta, o que su contenido propósito sea deshonesto, o que el objetivo que se persigue por medio de éste no sea lícito; o también que las circunstancias no sean las apropiadas.
Remover La Culpa
Las virtudes morales dependen del juicio de la prudencia, siempre y en todo momento preciso, pero tienen un ámbito de app mucho más concreto en la aptitud a la que se refieren. Se agrupan en las llamadas virtudes cardinales o escenciales, que son, aparte de la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Una de las cuestiones que aquí se están proponiendo, por supuesto, y que siempre y en todo momento han inquietado a los hombres y mujeres de todas y cada una de las épocas, es si las consecuencias de nuestra vida ética traspasan el velo de la desaparición. Y por ello reivindica y postula la presencia de un Dios remunerador de la conducta moral del humano.
Con él, el de esos instantes libres y desinteresados que nos mantienen vivos y tenaces. Pero hablar de felicidad es hoy en día y, en tiempos de pandemia, casi un bien favorecido. La crisis popular, sumada a otras que ya veníamos juntando como la política, la económica o la ambiental, está dejando sin duda numerosas secuelas en nuestra salud mental.