Los Pueblos Prerromanos Las Colonizaciones Históricas Fenicios Y Griegos Tartessos

C., semeja posible identificar en las zonas meridionales el culto a divinidades púnicas como Tanit-Juno y Melkart y a divinidades griegas, como Artemisa y Herakles, en las septentrionales. En la economía mundial apuntada por los enormes imperios de Oriente, a los que los fenicios servían de proveedores de materias primas. Pero, además, estos distintos procesos coloniales, dada la superioridad cultural de todo el mundo colonial, brindaron rincón a un continuo desarrollo de aculturación, al actuar sobre el mundo indígena como un fermento que estimulaba su avance, tanto más acentuado cuanto más ajustado fueran los contactos y mayor fuera la capacidad de asimilación. Merced a este proceso, las ubicaciones de desarrollo más favorable, como Tartessos y el área meridional del mundo ibérico, al lograr un nivel cultural mayor, acabaron por transformarse en focos de aculturación de las ciudades limítrofes, especialmente de las situadas más al interior, contribuyendo de esta manera poco a poco a dar a conocer las novedosas formas de vida urbana que suponía este proceso de «mediterraneización».

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Entre ellas, el Tesoro del Carambolo, es una auténtica joya estética y técnica. El pueblo colonizador que mucho más predominación tuvo en Andalucía fue el fenicio; un pueblo principalmente comercial que llegó desde Asia menor y que se instaló desde hace tiempo. Su predominación en la vida y la cultura de los pueblos locales fue fundamental. Los Hornos Púnicos de Torre Alta, en San Fernando, la región arqueológica de Setefilla, en Lora y la factoría de Salazones de El Majuelo, en Almuñécar son tres de los mejores ejemplos de su patrimonio inmueble. Relacionados con ellos estaban los Vettones y Vacceos, más abiertos al influjo celtibérico, y los Astures y Cantabrios, que habitaban las regiones septentrionales de la Meseta Norte y la Cordillera Cantábrica.

Pueblos Prerromanos Y Colonizaciones Históricas

Su predominación, siendo esencial, es menor que la fenicia, aunque su trayectoria cultural y económica – de gran calado – hacen que varios de los mejores restos pertenezcan a esta época. No hay que olvidar que Tartessos, de la que vamos a hablar a continuación, sostuvo una angosta relación comercial y cultural con los griegos, que llegaban por la superpoblación de su territorio y que establecieron colonias como Mainake (en una región entre Málaga y Granada que aún no se ha preciso) y posiblmente Portus Menestheus (actual Puerto de Santa María). Las primordiales poblaciones ibéricas cabe interpretarlas como pequeñas ciudades, si bien fuera de la Bética ocasionalmente alcanzan las diez hectáreas de extensión, siendo sus viviendas de piedra con terrazas de barro.

Los fenicios, mercaderes, establecen colonias como Gadir y Sexi y aportaron el uso del hierro, el torno alfarero y la escritura alfabética. Los griegos crean colonias como Rhodes y Emporión (con afán comercial) y aportaron el arado, la vid y el olivo y generalizaron la utilización de la moneda. Los cartagineses realizaron una colonización militar con sometimiento. C., resulta evidente la celtización de la Aquitania y la iberización cultural del Valle del Ebro, al mismo tiempo que elites celtibéricas semejan dominar las riberas de tal río, desarrollo interrumpido por Roma, que halló en los Vascones su aliado perfecto para contrarrestar la expansión celtibérica por esas zonas y frenar así su creciente poderío.

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Estas semejanzas se remontan por lo menos a la neolitización megalítica, con contactos que se incrementan desde el Campaniforme y durante la Edad del Bronce, favorecidos por el trueque de metales, si bien en cada región dieron como resultado formas culturales propias. El influjo atlántico resulta evidente en las regiones occidentales de la Península, en las que cabría incluir la Andalucía Occidental y parte de la Meseta. Tales regiones eran precisamente las mucho más metalíferas y estaban habitadas por ciudades de carácter indoeuropeo muy primitivas, probablemente con raíces comunes en todas y cada una esas zonas atlánticas. Pero estos procesos incluyeron asimismo simultáneamente atrayentes fenómenos de convivencia y de intercambios étnicos y culturales y, seguramente, casos de fagocitación, absorción y extinción de unos grupos por otros en un proceso de «selección cultural» en el que se irían imponiendo los mucho más potentes o culturalmente más eficaces. En todo caso, es atrayente entender la importancia que tuvo la presencia y el influjo de todo el mundo colonial de fenicios, griegos, púnicos y, finalmente, romanos, merced a cuya presencia se fue abriendo un marco histórico cada vez más extenso y con mayor aptitud de evolución. Pero dichos contactos, aunque también supusieron fenómenos de desculturización de las ciudades indígenas y, lógicamente, de destrucción en algunos casos, alcanzaron, por último, una muy eficaz fusión cultural, esencial para el desarrollo de nuestra evolución cultural, ya que sin el contacto con Fenicia, Grecia y Roma difícilmente se entiende el desarrollo histórico de las gentes que habitaron más tarde la Península Ibérica.

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Todas las ciudades estaban fortificadas por murallas, lo que supone un estado de guerra habitual entre sus elites dirigentes, incluso las pequeñas aldeas dependientes de poblaciones mayores, existiendo en muchas zonas pequeñas torres para la vigilancia y defensa del territorio. La población estaba estructurada en clanes, por lo menos las familias aristocráticas, de las que dependía el resto de la población, doblegada por medio de un sistema clientelar muy extendido a una situación cercana a la servidumbre, existiendo asimismo esclavos, en parte importante fruto de las frecuentes guerras y combates. Por norma general, se acepta que se causó al menos una migración esencial de origen indoeuropeo previa al contacto con pueblos del Mediterráneo oriental.

Epígrafe 12 Los Pueblos Prerromanos Las Colonizaciones Históricas: Fenicios Y Helenos Tartessos

Del mundo conocido en la Antigüedad, ha contribuido a darle a lo largo de toda su historia una marcada personalidad, acentuada por las claras diferencias que da de Este a Oeste, desde el Mediterráneo al Atlántico, y las todavía más apreciables de Sur a Norte, desde la soleada Costa del Sol y la semidesértica Almería hasta las montañosas y húmedas regiones septentrionales. Si a estas circunstancias geográficas añadimos su variedad morfológica, ya que prevalecen las tierras silíceas al Occidente, las calizas en las zonas mediterráneas y las cuencas sedimentarias en la Meseta y en los valles del Ebro y del Guadalquivir, se comprende su marcada variedad, que permite considerarla como un genuino «microcontinente». Otra pieza importante de Tartessos es otro bien mueble, el conocido como Bronce Carriazo. Hablamos de una placa de solamente 15 cm de alto datado en torno al siglo VI a. C y que representa a la diosa Artarté, que hace aparición con una túnica de magas cortas decoradas con lis y acompañada por dos aves cuyas alas se unen justo sobre la cabeza de la diosa. Curiosamente, este pieza fue descubierta por el historiador en un mercadillo de la ciudad más importante hispalense allá por los años 50 del pasado siglo.

Las regiones apartadas y montañosas de los Pirineos Occidentales mantuvieron maneras de vida también muy primitivas, en parte semejantes a las destacadas en las zonas montañosas atlánticas, pero con la particularidad de que, al preservar una estructura clausurada poco permeable a los cambios, sostuvo elementos de un substrato étnico preindoeuropeo, por tanto de origen antiquísimo, que debe relacionarse con el actual planeta vasco. De hecho, en temporada prerromana, desde el Garona como límite de la Aquitania en el Suroeste de Francia hasta el Valle del Ebro, se hablarían lenguas que es difícil relacionar con las en la actualidad conocidas. Más allá de que se ha planteado su supuesta proximidad al ibérico, al bereber o a ciertas lenguas caucásicas; este suceso mucho más bien refleja el alejamiento de todas y cada una ellas en relación a las lenguas indoeuropeas, aunque el influjo de éstas se perciba desde fechas muy antiguas, seguramente desde el II milenio a. Esta inclinación bien acentuada al desarrollo urbano, gracias a la creciente apertura al planeta colonial mediterráneo, explica que la existencia de Roma se dejase sentir indirectamente en las zonas litorales del Levante ya desde el siglo IV a. Pero con el desembarco de los ejércitos romanos el 218 a.

Estás a un clic de entender la historia mejor que nadie. El artículo que viene a continuación está basado en los contenidos que has leído durante este capítulo. Complétalo con las palabras que faltan rellenando los huecos. Los dos elementos, al lado de otros cinco piezas más encontradas en las excavaciones del Yacimiento del Carambolo han sido últimamente inscritas como Bien de Interés Cultural por parte de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Las zonas meridionales de la Península Ibérica fueron siempre una de las más ricas de Europa en recursos naturales, tanto agrícolas y ganaderos como minerales, lo que facilitó siempre su avance demográfico y cultural. C., ahora se muestran pueblos que centralizan el territorio, tal como fuertes jerarquías evidenciadas por tumbas monumentales. A objetivos del II milenio, a partir del Bronce Final, coincidiendo con la fecha de la mítica fundación de Cádiz hacia el 1100 a. C., los contactos «precoloniales» desencadenaron un marcado impulso cultural que cristalizó en el planeta orientalizante de Tartessos.