Ya que bien, este escrito tiene dentro la filosofía como un alegato del procedimiento para conducir bien la razón y buscar la verdad en las ciencias que bosqueja, este procedimiento en un cuadro de la vida del creador cuyo designio no es educar el método que cada cual deba proseguir para conducir bien su razón, sino más bien solamente llevar a cabo ver de qué suerte el creador intentó de conducir la suya. Sería completo error ver en estas palabras una pura, tópica expresión de modestia. Por la coyuntura de que la cultura es algo cuya apropiación anhela el hombre, o sea, trata de poseerla, se han denominadobienes culturales a sus distintas manifestaciones (ciencia, formas de expresión, prácticas, religión, etc.).
Pues esta coexistencia no puede ser conocida mucho más allá que en relación percibido, y no puede ser percibido en sujetos particulares, sino más bien mediante la observación de nuestros sentidos o, en general, por la conexión necesaria de las ideas mismas. No imaginamos cómo estas ideas sencillos logren subsistir por sí mismas, nos acostumbramos a sospechar algún substratum en donde subsisten y a este lo llamamos substancia. En el momento en que digo que eso es lo que los sentidos emiten a la cabeza, deseo decir que ellos transmiten desde los objetos externos a la cabeza lo que en ella produce aquellas percepciones.
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El razonamiento hecho no tiene relación mucho más a lo Igual que a la Belleza en sí, al Bien, la Justicia, lo Sacro en sí, ni a todas aquellas cosas absolutamente a las que sellamos con el «que es en sí». Parece necesario resguardarse en los conceptos, para mirar en ellos la verdad de lo que existe. El mismo asimismo lo ha expuesto en pasajes anteriores del diálogo platónico. Le suplico me perdone la enorme tardanza con que respondo a su carta de 25 de enero, remitiéndome su nuevo artículo Disputatio de nomine. La Historia no puede hacerse sino más bien desde la actualidad, hoy en día. Los que tratan de la filosofía se distinguen en ser conscientes o inconscientes del meditar de hoy, de el, desde el que tratan de la pasada.
La reflexividad sobre sí es esencial a la filosofía, interprétesela como desee. Naturalmente, para la idea de la filosofía aquí expuesta, la reflexividad ideal, el logos del logotipos, el eidos del eidos, que no son sólo perfectamente posibles, sino más bien totalmente reales, son la pura y necesaria expresión de la eficaz reflexividad real. El entender la facticidad en el sentido único de la facticidad de los hechos físicos y psíquicos es competición común a los que hipostatan la idealidad y a sus adversarios realistas o empiristas. La justa ha versado sobre la reducción o la irreductibilidad de los elementos ideales a los hechos. La argumentación del idealismo radica en mostrar la irreductibilidad de la idealidad a la facticidad de los hechos.
V Segunda Carta De José Gaos A Francisco Larroyo
Imagine por un momento que puede usted traspasar en un televisor en funcionamiento para saber lo que está ocurriendo en su interior. No pienso que le haya pasado por la cabeza que allí dentro hallaría imágenes, colores y sonidos, como los que puede ver en la pantalla de ese televisor. Lo que encontraría serían miríadas de pequeñas e ininteligibles corrientes eléctricas que van y vienen entre los componentes de múltiples circuitos electrónicos. Esas micro-corrientes codifican la información que el televisor ha recibido por la antena de modo similar a como los puntos y rayas del código morse codifican los mensajes en el viejo telégrafo. Cuando han procesado la información, los circuitos electrónicos del televisor transforman el resultado de su trabajo en las imágenes y sonidos que se muestran en su pantalla.
¿Contribuye algo decir que la gravedad y la electricidad son los dos voluntad? Partíamos de que no sabíamos qué son en el fondo las fuerzas de la naturaleza, pero ¿hemos resuelto algo llamándolas intención? ¿Hay alguna diferencia entre que Kant hable de unas cosas-en-sí completamente ignotas y que Schopenhauer las llame intención? La única diferencia significativa es que con ello Schopenhauer está aseverando que nuestra voluntad es una cosa en sí, lo que lo deduce de su pura resolución de estimar que la intención no es una representación, al paso que un pensamiento sí que lo es, cuando no existe nada que justifique que rememorar un poema sea algo trascendentalmente distinto de desplazar un dedo. En un caso tiene un correlato empírico que es la perturbación de unas neuronas del cerebro, y el el otro caso tiene un correlato empírico que es la perturbación de otras neuronas que paralelamente provocan un proceso fisiológico que mueve el dedo. El término de átomo surge como medio de comprender unas intuiciones (Kant diría, mucho más precisamente, unos fenómenos), a entender, las reacciones químicas, y en este sentido recibe su contenido de la experiencia, pero no podemos intuir un átomo.
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El término causalidad fue objeto de definiciones precisas por parte de Heisenberg en su artículo de Marzo de 1927 sobre las relaciones de incertidumbre. Para Arminda Lozano una civilización como la griega, cuya curiosidad no dejó fuera ninguna rama del entender, debió desarrollar por fuerza un lenguaje conveniente. La civilización griega ha generado muchos conocimientos matemáticos, físicos, geométricos y ha aportado vocablos a las ciencias actuales y a la medicina.
Solo el entendimiento conoce intuitiva, inmediata y perfectamente la manera de accionar de una palanca, una polea o una rueda dentada, el descanso de una bóveda sobre sí, etcétera. Pero el mundo como representación, único que aquí tenemos en cuenta, no empezó hasta que se abrió el primer ojo; y sin ese medio del conocimiento no puede existir, así que tampoco existió antes. Pero sin aquel ojo, o sea, al margen del conocimiento, tampoco había ningún antes, ningún tiempo. Esto es, que para comprender lo que estoy percibiendo, he de inferir qué elementos han causado mis experiencias a partir de estas (los efectos de los objetos sobre mis órganos sensoriales).
La Filosofía Como Una Parte De La Filosofía
Pero todo lo mencionado significa que la filosofía es vivida como pluralidad histórica de filosofías, que recorren y cierran un círculo desde la abstracción en la contemplación de las ideas, o los términos supremos de lo trascendente, hasta la abstracción en la reflexión de la conciencia, o los términos extremos de lo íntimo. Círculo de perdición, en estricto contraste con el carácter de salvador que ungía al entender principal y también instaba el afán de él, y en flagrante desacuerdo con la unidad y verdad que este presunto entender predica de sí, o sea, en flagrante falsedad. Sin embargo esta visión implicaría la existencia de dicha causa y este concepto no sería precisamente azar. A lo largo de este repaso de los límites de la razón nos encontramos contemplando de qué manera los instrumentos analíticos dejan los suficientes espacios huecos para llevar a cabo impercibibles varios aspectos del Cosmos. Lo cierto es que en el momento en que nos encaramos al análisis nos observamos obligados a partir de principios.
V La Filosofía
Los éxitos de la ciencia ecológica nos detallan que, contrariamente al dogma de la hiperespecialización, hay un conocimiento organizacional global, que es el único capaz de articular las competencias especializadas para comprender las realidades complejas. Pero quien escribe tiene otra iniciativa, pues sospecho que el cerebro humano podría no haber evolucionado lo bastante para comprender cómo la materia se transforma en imaginación. De igual forma que el cerebro de un chimpancé no tiene aptitud para entender, por poner un ejemplo, lo que es y de qué manera resolver una raíz cuadrada, el cerebro humano podría no tener capacidad para entender lo que es la imaginación. Me hace pensarlo el hecho de que ni siquiera contamos una hipótesis que pudiese explicarla. Es decir, si bien sin conocerlos tenemos la posibilidad de tener ideas sobre, por poner un ejemplo, de qué forma serían los seres de otros planetas, con respecto a la imaginación somos totalmente incapaces de anticipar una idea hipotética sobre lo que pudiese ser, y eso complica mucho el inconveniente, por el hecho de que quien no sabe lo que busca puede no comprender lo que halle.